A este país lo acechan problemas que como lo crean los dirigentes electos, el pueblo lo alimenta con su silencio e indiferencia. Un futuro que se hará presente, se acentúa cada vez de una manera calamitosa y los ciudadanos argentinos intentan hacerse escuchar pero una queja o protesta racionalmente argumentada como planteada... Es ahogada, ignorada, desmentida y desechada cuando esa manifestación es el reflejo de nuestros derechos, hechos fantasmas sin vestigio que jamás tienen en consideración. Engaños, tramoyas, actos que ocultan malas intenciones, raras maniobras que hasta tienen el lujo de a veces no disimular... convierten nuestra opinión y voto en algo superficial, sin contundencia alguna. Nosotros somos el cuerpo, alma y ser de esta nación, sin el pueblo no existe país, así que básicamente el poder yace en nuestras mentes y acciones; pero de una manera lamentable la historia muestra con demasiadas pruebas lo contrario y sucesivamente nos podríamos hasta admirar por los altibajos económicos,de los cuales aprendimos a sobrevivir, y a su vez a vivir sobre la incertidumbre. Nadie garantiza un cambio productivo que realmente se vaya a realizar, pero quizás sea el comienzo, tal vez se genere desconfianza, desunión, rechazo, en la sociedad... pero no hay mayor motivo para construir puentes fraternales y edificar nuestra educación, que la mera intención de poder vencer los intereses políticos que constantemente no nos benefician, nos perjudican y la peor parte de este cuento verídico es que seguimos siendo nosotros los responsables que dejamos empeorar la situación... Sino somos peones... hay que empezar a demostrarlo.
